Está muy claro que cada uno de nosotros tiene un ritmo. Todos debemos aprender a reconocer nuestra cadencia: hay algunos que se deslizan con suave elegancia, otros corren apurados hacia ninguna parte, los menos se revuelven torpemente para dirigirse a no se sabe dónde, los más intentamos con dignidad que parezca que nuestros pasos saben hacia el lugar al que nos encaminamos.
Pero en ello consiste la sabiduría, en conocer nuestro secreto ritmo y seguirlo con valentía. Ahora debemos preguntarnos qué compás seguiremos en este nuevo curso.
Los alumnos deben acostumbrarse al andar de los profesores, aunque en un principio parezcamos descompasados. !Qué poca importancia se le da al arte del movimiento!
Sin embargo, ahí se encuentra la clave del éxito del aprendizaje del vivir; formemos una buena pareja de baile, seamos un grupo que danza junto. Buena suerte para todos.
