sábado, 21 de noviembre de 2009

Los pequeños detalles

Todos los días hay grandes y pequeños acontecimientos en mi vida, pero siempre estoy atento a los primeros y ,sin embargo, a veces desatiendo los segundos. Es verdad que las grandes sensaciones van acompañadas de pasión, frenesí y enormes alegrías. Los primeros y segundos amores, los nacimientos, los cumpleaños, los éxitos laborales, las Nocheviejas, los reencuentros.Todos ellos se transforman en momentos para recordar, los fotografiamos, los escribimos, los contamos, los recreamos una y mil veces en nuestra memoria.
Y todo esto nos resulta gratificante, pero entonces la existencia, el paseo por este mundo se reduce a muy poco tiempo de felicidad, y el resto del tiempo ¿qué sentimos?, lo demás entre recuerdo y recuerdo ¿dónde está? Es que acaso no hay emociones, acontecimientos, sensaciones durante estos intermedios.
Sí las hay, porque mi devenir diario me depara momentos hermosos que, en ocasiones, sólo valoro cuando los pierdo.Todas las mañanas alguien me dedica una sonrisa cálida y afectuosa. Un rayo de sol entre las nubes, ese calor amable que anhelamos después de una mañana lluviosa, que disfrutamos durante un segundo, que nos reconforta de la humedad y nos devuelve la esperanza y la certeza de momentos mejores.

Quizás esos pequeños detalles no se celebren con fiestas y boato, pero son los que llenan la vida de sentido, de autenticidad. Son los instantes imprescindibles para saber que otro ser humano te quiere, se preocupa por ti y te da ánimos para continuar. Por ello hay que agradecerlos siempre con un beso.

El desenlace de Laboratorio 1

Desde que me había incorporado noté que las paredes del armario se encogían, la sensación de agobio, de asfixia, penetraba en mi cuerpo desde mi dedo meñique, ascendía por mi brazo, en el codo se transformaba en una corriente eléctrica que seguía subiendo hasta mi hombro ,donde en una explosión ardiente se apoderaba de todo mis ser.
Aparecí en la sala del pirata, donde se decía que había vivido el antiguo morador del edificio, oía los angustiosos aullidos de terror, pero no me producían emoción alguna. Alcancé a distinguir las siluetas de mis compañeras. En un instante comprendí que ya no era yo, aquella posesión me hacía sentir diferente. Sin inquietarme, aspiraba el maloliente aliento de la muerte que se escapa de un ser humano, justo antes de expirar asfixiado entre mis manos, pero no pude dejar de apretar su cuello, su piel se vuelve fría por la angustia, aunque sé que la marca de mis dedos dejará una huella indeleble, continúo apretando hasta el fin.

- Daniel, Daniel, ... has ganado el premio, Daniel.

La voz de la profesora me devolvió a la clase.

-Daniel, han premiado tu cuento, el que presentaste al concurso. Ha recibido el primer premio, resaltan sobre todo su realismo y su original estilo. A mí lo que me llamó la atención, en realidad, fue la anécdota de la calavera que aparece en el cuello de la chica asesinada. Como si el dedo meñique del asesino hubiera dejado una marca indeleble al estrangularla.

Inmediatamente oculté mi mano bajo la mesa y le di las gracias.